viernes, 16 de diciembre de 2011

Día 8. El Belén

En el portal de Belén
hay estrellas, sol y luna
la virgen y sanjosé
y el niño que está en la cuna


¡Pero bueno! un blog pre-navideño y aún no hemos hablado del belén... Personalmente es una de las actividades navideñas con las que más he disfrutado, montando el belén. El río de papel de plata, las montañas de corcho coronadas de nieve de harina, la estrella de los reyes magos que siempre se caía, las figuras repartidas por todo el escenario: la lavandera,  el vaquero, con su vaca y su ternerito, la pastorcilla, las ovejas, el cabrero y sus cabritas, el zagal tirando del burro, el leñador con su haz, los pastores alrededor de la hoguera y ese misterioso ángel de la anunciación, los patos, las gallinas, la señora de la cesta de enigmático contenido... y los reyes magos, que iban acercándose al portal a medida que avanzaban los días. ¡Ah! y ese personaje fascinante, que se incorporó tarde a mi imaginario personal pero cuya presencia siempre ha sido otro de los grandes arcanos del belén: el caganer. El establo siempre en un rincón, objeto central pero destino final de las demás figuritas, que a veces parecían tomar vida propia y se movían de sitio. Detrás, en reposo, contemplado la escena, el buey y la mula, estóicos vigilantes del acontecimiento; al frente, la virgen, siempre sentada, y sanjosé (así, todo junto, porque la santidad del buen hombre era algo inmanente, si no de qué) siempre de pie, apoyado en su bastón florido. Y entre ellos, el niñojesús (también todo junto, porque en cuanto creció le cambiaron el nombre) ahí, desnudito, el pobre, sobre la paja, en medio del invierno y de los montes nevados, mientras todos se embozan en sus mantos hasta las cejas... ¿No podían echarle una mantita encima? ¡Cuánto misterio encerraba el belén! Por eso cuando crecí y empecé a preguntar a las monjas del colegio sobre todos esos y otros misterios, la respuesta era: ¡ah, ese es el misterio de la fe! y a fuerza de responder lo mismo consiguieron convertirme en atea. ¿Por qué entonces -os preguntareis- me gusta tanto la navidad? Por lo mismo que me gustan el resto de fiestas. Es un tiempo de reencuentro, de compartir experiencias, de ponernos guapos y adornar la casa, de cantar y de beber, en definitiva, de volver a la tribu de la que un día salimos. Y eso es precisamente lo que escenifica el belén, la reunión de la tribu, cada uno aportando lo suyo, habrá quien traiga comida, otro leña para el fuego, otro leche, otro dulces, otro contará historias y otros tocarán el pandero y la zambomba para que todos bailen. Así que sacad las figuras del armario y armad el belén.  Pero cuidado, procurad que no acabe como el rosario de la aurora...

Raphael. El tamborilero

2 comentarios:

  1. M'encanta la figura del caganer. Es tan simbolic. Per a mi, diu: "En aquell moment tan important quan el creador del universo estaba neixent (si ets creent) - en algun lloc del mon al mateix temps havia gent cagant, pixant.... i morint".

    Keep up the good work! - Berni

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  2. ( comentario al comentario de Berni...)

    El caganer simbolitza ( might as well...) el retorn de les coses al seu origen, el tancament del cercle, la resolució del nus Gordià de la ecologia...
    també representa el distanciament budista amb les coses mundanes, en concentrar-se en una cosa divina ( encara que el contexte sigui a l'inrevés!!)
    finalment serveix de contrapunt en el protagonisme d'una historia feta de ninotets, de la mateixa manera que una parabola ( entesa com a figura geometrica, no pas com a figura biblica )necesita dos punts per a poder existir.
    un cop fetes aquestes puntualitzacions ( totalment prescindibles ) sobre el caganer, anem a muntar el pessebre, omitint qualsevol comentari sobre la figura dels reis, tema tabu en els temps que corren...

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